1) ¿Por qué no es posible la disolución del vínculo matrimonial'
Jesús hace referencia a la indisolubilidad del vínculo matrimonial en Mc 10,9: "Serán una sola carne". La expresión "una sola carne" no hace referencia sólo al aspecto físico de la unión conyugal, sino también al aspecto moral. Se convierten en una sola persona, de tal modo que la separación podría asemejarse a la amputación de un miembro del cuerpo. El vínculo que se establece entre los esposos es superior incluso al vínculo de sangre.
2) ¿Por qué no puede darse la unión conyugal fuera del matrimonio?
La expresión bíblica del acto conyugal es "darse a conocer" (Gn 4,1; Gn 4,17; Lc 1,34). Esto implica la voluntad de darse sin reservas a la persona que se ama, entregar algo de sí que está oculto. No podemos entregarnos completamente, sin reservas, en una unión egoísta, que no busque comprometerse para siempre y prolongarse en los hijos.
¿Qué sucede cuando hay adulterio y fornicación?
No existe una auténtica entrega al otro, ni se puede recibir al otro que se entrega por completo. En el caso del adulterio, estamos ofreciendo a otra persona, ya sea físicamente o de pensamiento una realidad que no nos pertenece puesto que forma parte de otra relidad (una sola carne). En el caso de la fornicación, no hay una auténtica entrega, sino un acto de egoísmo por el que se busca satisfacer las propias necesidades, de placer o de afecto, pero sin implicar todo nuestro ser. La unión conyugal implica un acto de generosidad que busca dar, antes que recibir. Ambos, adulterio y fornicación podrían describirse como dos de las manifestaciones de las fisuras que la aparición del pecado en la historia ha introducido en las relaciones entre las personas, haciendo cuesta arriba el camino de la unión conyugal.
3) Da ejemplos de la gracia de Dios en el matrimonio.
En el precioso texto de Tertuliano se resumen muchas de estas gracias: la posibilidad de encontrar apoyo, comprensión, aliento en nuestro camino de fe, libertad para alabar a Dios y emplear el tiempo en ocuparse en cosas como el servicio a los demás, o la posibilidad de contar con una exhortación fraterna, desde el amor. Donde hay una sola sola carne, hay un solo Espíritu, Dios es el motor de la vida matrimonial y hace partícipes a los cónyuges de su capacidad de creación, mediante su colaboración en la formación de la vida y la educación de los hijos.